¡Hola Nomo-cultores!
Tal y como os contábamos en la entrada anterior, hoy os
desvelaremos nuestra fórmula ecológica anti-caracoles-come-lechugas. Los
caracoles son una plaga que puede tener consecuencias muy desagradables en
nuestro huertín, ya que son muy voraces y pueden dejar las plantas sin una hoja
en un momento.
Gracias a Internet conocimos una interesante técnica que, por
lo que parece, da muy buen resultado... ¡la cerveza! Sí, por muy extraño que
parezca, los caracoles son muy, pero que muy cerveceros, aunque lo que
realmente les atrae es su olor. De esta manera, los caracoles consumen la
cerveza, se emborrachan y... el resto ya corre de su mano.
Como el principal objetivo de los caracoles son las lechugas,
creamos una “barrera” de cerveza aprovechando unas botellas de plástico.
Otro problema con el que nos encontramos fue el temido
“pulgón”, que estaba atacando nuestros fréjoles. Los pulgones son insectos que
chupan la savia de las plantas, siendo habitual que se asocien con hormigas, ya
que éstas se alimentan de la sustancia azucarada (melaza) que segrega el pulgón
y éstos a cambio son protegidos de sus depredadores.
De nuevo, buscando en
Internet, encontramos más remedios caseros contra esta plaga. Como teníamos
poco tiempo antes de que el pulgón se extendiese demasiado, escogimos una
técnica de rápida aplicación: hacer una infusión de cebolla. Consiste en picar
una cebolla entera de tamaño mediano por cada litro de agua, hervirla y dejarla
enfriar, y luego se rocía las plantas con el líquido obtenido.
Para más información:
Otra tarea que teníamos pendiente era colocar unas varas de
bambú que amablemente, Juan nos dio para el huertín. De esta manera, aunque los
fréjoles crezcan, podrán enroscarse en las varas perpendicularmente.
Y, antes de terminar, queremos mostraros la evolución de
nuestro huertín: ¡ya le han salido flores a los calabacines y
están empezando a crecer! Y, los fréjoles, ¡también tienen flor!